Intuí que habría terceras elecciones el mismo día que se anunció que en caso de celebrarse, éstas serían el 25 de diciembre. La fecha no está escogida al azar, sino que es una forma de que los votantes acepten sin siquiera tener que pensar en ello que tendrán que volver a las urnas. Eligiendo el día de Navidad, el debate se centra en la fecha mientras que las elecciones se dan por hecho. Obligas a pensar después de la venta, algo así como cuando un vendedor de coches, en vez de preguntarte si te gusta un coche, te pregunta si lo prefieres en manual o automático, haciendo que tu mente dé por hecho que ya has comprado el vehículo y que sólo tienes que elegir el tipo de transmisión. Es una manera efectiva de comprometer al cliente. Con la fecha de las elecciones pasa lo mismo.
¿A quién le interesa volver a las urnas? Obviamente al PP le interesa. Rajoy no tiene nada que perder si se celebran nuevos comicios, al revés, sólo puede ganar votos. Ahora mismo, es como si los votantes estuvieran viendo una película que al principio era interesante pero cuyo final se está haciendo demasiado largo y pesado. El problema es que el acomodador no les deja salir del cine hasta que la película termine. ¿Qué harán? Lo lógico es que se decanten por votar a quien tiene más posibilidades de ponerle punto y final.
Por el mismo motivo, Pedro Sánchez también saldría beneficiado de unas terceras elecciones. ¿Por qué? Porque aunque a un nivel racional pueda parecer que quien está bloqueando la formación de gobierno es él, en el subconsciente de los ciudadanos el principal problema son los nuevos partidos. Ellos son el acomodador que no les deja salir del cine. El votante acepta que el PSOE no tiene por qué apoyar al PP, después de todo esto siempre ha sido así, pero la aparición de dos nuevas fuerzas es algo nuevo y es el principal factor por el que ningún partido está consiguiendo mayoría suficiente para poder gobernar.
Si la oportunidad es alta y el riesgo es bajo, no veo por qué no iban a celebrarse nuevas elecciones. El PP y el PSOE son los culpables lógicos de no lograr ponerse de acuerdo, pero al fin y al cabo estamos acostumbrados a que no se pongan de acuerdo, y de hecho eso nos gusta, en eso consiste el juego político. Pero la culpa de que ninguno se acerque ni siquiera a una mayoría con la que poder formar gobierno es de la propia existencia de Podemos y Ciudadanos. Por eso a estos dos partidos no les interesa lo más mínimo volver a las urnas. Ahora todo depende de Pedro Sánchez, de si prefiere ser presidente a toda costa y liderar un gobierno de porcelana o repetir elecciones y deshacerse de dos fuerzas que le están quitando votos a su partido.
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