miércoles, 4 de mayo de 2016

El por qué del éxito de Donald Trump

Cuando Pablo Iglesias se metió el otro día con un periodista de El Mundo, todos los medios de comunicación del país se lanzaron en tromba contra él exigiéndole una disculpa. ¿Qué hizo Iglesias? Pasó por el aro, se bajó los pantalones y pidió perdón.

Los políticos y los personajes públicos están acostumbrados a humillarse ante los medios de comunicación porque éstos nos han hecho creer que tienen autoridad moral sobre todo. Y los medios abusan de ese poder para imponer su agenda. De hecho, una de las armas más poderosas del periodismo es humillar a sus víctimas por medio de este tipo de disculpas públicas. Alguien se hace famoso, la prensa escarba en su pasado, se lo restriega por la cara y después le exige que se ponga de rodillas y pida perdón. Y normalmente lo consigue.

La clase política, especialmente la conservadora, juega siempre a la defensiva. Ante los ataques de los medios de comunicación, primero patalea y se hace la víctima, y más tarde acaba implorando perdón por decir lo que ha dicho o ser como es. En definitiva, los políticos no tienen ningún control sobre la narrativa política, lo que da a los editores y periodistas un poder increíble.

A diferencia de la mayoría de los políticos, Donald Trump jamás pasa por este aro. Muy al contrario, es él el que establece la narrativa y controla los términos del debate. Siempre. ¿Y cómo lo hace? Sencillo: con impulso. Trump es un maestro utilizando el impulso para ganar.  No espera al momento correcto, sino que golpea y golpea sin detenerse hasta dejar K.O. a sus adversarios. Por ello jamás se disculpa, porque una disculpa acabaría con ese impulso y le obligaría a parar.

Lo describe él mismo en su libro El arte de negociar: «Me sitúo en lo alto y desde allí insisto y sigo insistiendo hasta que consigo lo que quiero». Trump no pide permiso a los medios y lobbies para decir o hacer lo que quiere, simplemente lo dice y lo hace. Con ello, consigue transmitir la idea de que es un ganador nato. Y eso vende. De hecho, sus ideas y sus políticas son lo de menos, lo importante es su poder persuasivo. Él es un ganador, lo que significa que si estás contra él, formas parte del club de los perdedores. Y a la mayoría de votantes no les gusta estar dentro de ese grupo.


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